Que ver en Ostende

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Ostende que ver y hacer

Conocida como la perla de los balnearios belgas, Ostende ha pasado de ser un lugar de reunión exclusiva para la realeza y la aristocracia a un destino para toda clase de turistas de temporada. Llegado el verano en Bélgica, decenas de ciudadanos belgas (y unos cuantos del norte de Francia también)  se van de vacaciones a Ostende para disfrutar de la playa y el ambiente en general.

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Con una población de alrededor de 70.000 personas, Ostende, en Bélgica, es la ciudad más grande en la costa norte del país y está bien comunicada por tren a las ciudades del interior como Bruselas y Brujas. El viaje en tren desde Bruselas sólo toma 70 minutos, y desde Brujas está a sólo 12 kilómetros de distancia, por lo que el viaje tarda muy poco tiempo por ferrocarril. Hay mucho que hacer cuando se trata de Ostende de viaje, por lo que nunca te quedarás sin cosas que hacer si tienes planeado unos cuantos días aquí.

De pequeño pueblo a balneario exclusivo

Ostende pasó de un pequeño pueblo pesquero a un puerto de importancia creciente en relativamente poco tiempo. Desde  1700, Carlos VI se encargó de promocionar este puerto como un importante elemento a tomar en cuenta para el comercio internacional, pero no fue hasta el siglo siguiente cuando  la ciudad portuaria alcanzó el status de puerto de importancia con la conexión ferroviaria hasta Bruselas completada en  1838.

Este estatus de Ostende como ciudad de vacaciones de la realeza comenzó poco después de inaugurada la línea ferroviaria gracias a la predilección de  Leopoldo I (Primer Rey de Bélgica)  y después su hijo, Leopoldo II, por pasar sus ratos libres en esta localidad. En el siglo XX, sin embargo, las guerras trajeron la destrucción significativa de Ostende. La ciudad pudo resurgir de la devastación, pero no como un lugar para privilegiados sino como un balneario que hoy invita a los visitantes de todos los niveles de poder adquisitivo.

¿Qué hacer en Ostende?

En cuanto a cosas que hacer en vacaciones en Ostende, hay algo para todos. Sitios como la iglesia de San Pedro  de San Pablo y Fort Napoleón merecen cierta atención, especialmente para los amantes de las formas neogóticas propias de la arquitectura flamenca.

Para la construcción original de esta iglesia se tomó como modelo tanto la catedral de Colonia  (Alemania) como la Iglesia Votiva de Viena (Austria).

Otra visita interesante es el Peperbusse, una torre que se remonta al siglo XV y que a día de hoy alberga un pequeño museo.  No muy lejos se encuentra el Fuerte Napoleón,  otra edificación emblemática que  fue construida en 1810 y se conserva como uno de los fuertes napoleónicos más completos que sigue en pie hoy en día.

Arte flamenco en Ostende

Bélgica es un destino ideal para los amantes del arte, y entre las atracciones de Ostende podemos encontrar un excelente museo que destaca por obras impresionistas belgas entre las cuales destacan  los trabajos de James Ensor, uno de los oriundos de Ostende mas famosos.

Relax en las playas de Ostende

Cuando no estás de turismo cultural en el pueblo, sino buscas relajarte, lo más común es que vayas directamente a la playa para tumbarte en la arena, nadar, o incluso hacer algo de kitesurf o  windsurf. El paseo marítimo también ofrece una bonita vista si paseas a pie o en bicicleta.

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Si bien Bélgica no es un destino que destaque por su oferta de playas y sol, es un país excelente cuando deseas llevar a cabo múltiples actividades muy disimiles entre si y en un área relativamente pequeña.

La casa James Ensor en Ostende

Uno de los hijos más ilustres de Ostende, sino el que más, es el pintor James Ensor. En su recuerdo podemos visitar en la ciudad la casa donde vivió gran parte de su vida, convertida desde 1960 en casa-museo.

Paradójicamente se trata de un museo sin ninguna obra suya. Para ver en Ostende algunos de sus cuadros hay que visitar el Museo de Bellas Artes. No obstante, la visita a su casa en Vlaanderenstraat merece la pena.

Ahí, además de un centro de documentación sobre el pintor, se puede ver el taller donde trabajaba el artista, uno de los creadores más importantes del arte belga.

Si por algo ha pasado James Ensor a la historia del arte, es por su enorme libertad a la hora de componer sus obras, muchas de ellas con un protagonismo importante de la muerte y pobladas por payasos y personajes con máscaras y rostros deformados. Por cierto, las máscaras recuerdan al popular carnaval de Ostende y algunas de las extrañezas que aparecen en sus cuadros, tienen que ver con los objetos que veía de niño en la tienda de recuerdos y rarezas que tenía su familia en la ciudad.

Su arte fue tan rompedor en sus inicios que no anduvo exento de polémica y de fracasos, pero con el paso de los años su prestigio se consolidó tanto que incluso el rey belga le concedió el título de barón y cuando murió en 1949, a la edad de noventa años se le enterró en su ciudad natal con todos los honores.

Ostende y el buque Mercator

La ciudad de Ostende tiene sus orígenes como puerto marítimo desde los tiempos de la Edad Media. El mar fue y sigue siendo su razón de ser. Hoy en día su puerto es uno de los más importantes de Bélgica, y las playas cercanas a la población son de las más visitadas por la población belga.

Por lo tanto, Ostende era el lugar más adecuado para dejar atracado de forma definitiva su navío más emblemático: el Mercator.

En la actualidad, cuando visitamos la ciudad deOstende uno de los paseos obligados es su puerto deportivo. Ahí, entre una infinidad de pequeñas embarcaciones, de pronto se descubre un velero de casi ochenta metros de eslora y tres grandes mástiles, capaces de aguantar desplegadas hasta 15 velas, lo que llegaban a suponer unos 1600 metros cuadrados de trapo. Pues bien, se trata del Mercator, el antiguo buque-escuela de la armada belga.

Pese a su apariencia, no se trata de un barco extraordinariamente antiguo, ya se se contruyó a principios de la década de los treinta del pasado siglo XX, por cierto en astilleros de Escocia. Y se mantuvo en funcionamiento hasta 1960, cuando fue amarrado definitivamente en este puerto y se convirtió en un museo flotante, en el que podemos rememorar sus viajes y misiones, fueran científicas o de guerra.

Porque el Mercator participó activamente durante la Segunda Guerra Mundial, si bien su principales funciones tuvieron que ver con la formación de los futuros marinos belgas y con la realización de misiones científicas por mares de todo el mundo. De todo ello, encontramos muchos objetos y recuerdos expuestos en el Mercator.

Lo cierto es que bien merece una visita, y pese a que a veces Ostende se queda fuera de los circuitos turísticos, si tienes la oportunidad acércate hasta esta ciudad, por ejemplo si visitas Brujas, la ciudad de Ostende está a tan sólo 25 kilómetros.

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