Brujas

Brujas que ver y hacer

Con mucho gusto: Del ‘delicatessen’ a las patatas fritas

Si vas a Brujas seguro que te van a encantar sus calles brumosas en invierno, un recorrido en calesa al abrigo de una buena manta y un paseo nocturno saboreando el placer de deambular sin rumbo y admirar la belleza vespertina de Brujas.

El casco antiguo luce impecable, pulcro; es una ciudad casi perfecta y tan atractiva que recibe más de 3 millones de visitantes al año. Es probable que veas grupos de turistas concentrados en Grote Markt: es el mejor punto de partida, sobre todo si es miércoles, día de mercado. Recorre los puestos donde puedes encontrar quesos de todas las variedades, frutas, verduras, productos artesanos y comida preparada con la que, si el tiempo te lo permite, podrás improvisar un picnic a base, por ejemplo, de una generosa ración de costillas asadas (9,95 €).

En Flandes presumen de buena gastronomía y cierto es que que su cocina es fina, con salsas muy elaboradas, gusto por el pescado y, eso sí, grandes dosis de patatas, que nunca faltan. Hasta el plato nacional, moules  et frites, acompaña los sabrosos mejillones con un cucurucho de patatas fritas. Sin olvidar, por supuesto, los gofres, que aseguran que es un invento belga.

La sensación más Dulce

Capítulo aparte merece el chocolate, sus artesanos son tan valorados como nuestros chefs más reputados. Dominique Persoone, dueño de uno de las chocolaterías más apreciadas de Brujas, es el Ferran Adrià flamenco. Un verdadero alquimista que juega con los sabores en su taller y con ideas tan disparatadas que impresionaron a los mismísimos Rolling Stones. A Persoone no se le ocurrió otra cosa que crear unos polvos de cacao, jengibre y menta que, esnifados con un artilugio denominado chocolate shooter, dejaron cautivados a los míticos roqueros. Prueba esta estimulante sensación en The Chocolate Line, también hay cajas de bombones por 24 € y una divertida barra de labios, por 3,90 € para endulzar tus besos.

Consulta nuestra Guía de que ver en Bélgica o que ver en Ostende.

Por supuesto, hay muchos más reposteros, pero merece la pena visitar la chocolaterie más antigua, Sukerbuyc, que cambia cada temporada sus coquetas cajas de pralines y se reserva el derecho de admisión sólo a los que compran.

No queremos olvidarnos de la bebida nacional. De Bier Tempel (Philip Stockstraat, 7) atesora 600 botellas de cerveza llegadas desde todo el país.

Si quieres abundar sobre los productos belgas, gastronómicos o no, no dejes de ir a 2be, también puedes degustarlos en su estupenda terraza con vistas al río Djiver.

Un destino de cine

La película Escondidos en Brujas (2009), de Martin McDonagh, protagonizada por Colin Farrell y Ralph Fiennes, es una magnífica guía de  la ciudad y se ha convertido en el hilo conductor de un nuevo tour turístico que recuerda las localizaciones del film. A esta iniciativa se ha sumado el hotel ‘T Voermanshuys con un paquete, por 85 € por persona, que incluye 2 noches en habitación doble con desayuno bufé, 2 paseos para visitar los lugares de interés de la película y un recorrido en barco por los canales de Brujas.

También puedes hacer por tu cuenta un trayecto en barco por 5,60 e desde cualquiera de los cinco embarcaderos situados en
el cauce del Djiver y seguro que tendrás un punto de vista muy distinto de la ciudad.

Caminando por Brujas

Si optas por caminar, comienza tu andadura en Grote Markt, presidida por la imponente Atalaya, una torre gótica de vigilancia coronada por 48 campanas de distintos sonidos, que sólo los brujenses saben reconocer. Los miércoles y los sábados, a partir de las 14 h, el carrillonista las hace sonar durante más de media hora y el tintineo se escucha en toda la ciudad.

En la misma explanada encontrarás el museo Dalí, que se visita por 10 e, con una colección nada despreciable de litografías sobre gastronomía. Y, como curiosidad, te diremos que bajo el espacio que hoy ocupan la oficina de Correos y los edificios contiguos descansa un antiguo canal navegable que permitía llegar a los barcos cargados de mercancía hasta el mismo centro urbano.

Fueron tiempos de esplendor económico, que observarás de camino al Burg. En esta plaza vas a ver cómo conviven siete siglos de arquitectura. Desde la cripta románica de la capilla de la Santa Sangre hasta los trazos renacentistas de la antigua Escribanía Civil, del barroco del Prebostazgo hasta el neoclásico de la antigua oficina de Turismo o la joya gótica del Ayuntamiento: el salón de plenos, con una magnífica bóveda custodiada por vidrieras y pinturas centenarias que narran los hitos de la historia de Flandes.

El paseo te obliga a cruzar el callejón Blinde-Ezelstraat para llegar al mercado de pescado, abierto de martes a sábado en Vismarkt. Continúa hasta Groenerei, enseguida vas a encontrar la fotogénica zona de Arentshof y Groeningemuseum, donde por 6 € admirarás las obras maestras de la escuela flamenca.

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