Que ver en Wurzburgo

Wurzburgo Que ver y hacer

Tierra de viñedos y palacios imperiales

La ciudad de Wurzburgo, en el centro de la región  de Franconia, cumple 1.300 años de su nacimiento. En primavera nos ofrece festivales al sol, paseos por el río y un recorrido por su conjunto histórico declarado Patrimonio de la Humanidad.

Capta su esencia

Hablar de Würzburgo es hablar de su Residenz. Abre todos los días. De todas partes de Europa acuden al año más de un millón y medio de visitantes a contemplar la que fue sede de los obispos-príncipes. El imponente edificio que Baltasar Neumann empezó a construir en 1720 cuenta con 167 metros de largo y 92 de ancho, lo que da una idea de su grandiosidad. Cinco siglos antes de su construcción el obispo Lobdeburg, por temor al descontento popular, había trasladado la corte de los canónigos desde la ciudad hasta la fortaleza de Marienberg, en lo alto de la colina que domina Würzburgo. Desde de aquí se sentían a salvo pero era difícil gobernar, así que una vez pasados los momentos difíciles, decidieron volver a la villa.

Cuando entres en la Residenz, fíjate en la espectacular escalera barroca. Está coronada por una enorme cúpula de 600 metros cuadrados, con frescos de Zick y Tiepolo. Esta representación del firmamento y cuatro continentes está literalmente suspendida en el aire, no hay columnas que la sustenten. Se salvó del bombardeo de 1945 –que en 15 minutos destruyó la mayor parte de la ciudad–, gracias a que uno de los mandos militares ordenó cubrirlo con una inmensa lona. La visita permite pasear por 42 de las 340 salas que componen el edificio. Si vas a finales de mayo aprovecha para asistir al Festival de Mozart, un espectáculo musical que reúne a los mejores del panorama internacional en la sala del Jardín de la Residencia (hasta principios de julio).

De la Catedral al Mercado

A pocos metros de la Residenz, en dirección al río y por Holfstrasse llegarás a la curiosa Catedral de St. Kilian. Por sus dimensiones es la cuarta iglesia románica de Alemania. Te sorprenderá la mezcla de estilos, que es debida a su largo periodo de construcción y remodelación: casi 1.000 años. El exterior es una gran mole maciza flanqueada por sendas torres, pero en su interior hay estilos que se acercan hasta el año 1987. En la puerta principal verás un grabado modernista que narra la historia del Génesis.

El centro histórico invita a pasear por sus calles peatonales llenas de puestos con todo tipo de productos hasta llegar a la Marktplatz. Aquí todos los días hay un mercadillo donde encontrarás hierbas, verduras… En primavera algunos chefs enseñan diferentes formas de cocinar los espárragos blancos.

Hoteles y restaurantes

La zona cercana a la famosa Casa del Halcón, un antiguo hostal de bonita fachada amarilla, es donde se dan cita los habitantes de la ciudad. Las terrazas se llenan a media tarde y lugares como el Café Michael están hasta los topes todos los días. Es un buen lugar para saborear el buen vino de la región. Hay numerosas bodegas donde degustar el vino de esta zona, llamada Stein, entre ellas la de Weinstuben Juliusspital (Juliuspromenade, 19), una de las más populares y un buen lugar para comer. No te pierdas la visita a sus bodegas. Podrás comprar la botellas típicas , llamadas bocksbeutel, con forma de zurrón de pastor y donde embotellan el vino desde 1718 . Puedes pedir uno de los platos típicos: cerdo marinado en vinagre y asado, saubraten, con hígado y aceitunas. Apúntate que del 28 al 6 de junio la ciudad celebra su Fiesta del vino.

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En barco al palacio

Recorre en barco el trayecto desde la casa del Halcón hasta el palacio Veitshöchheimer y sus jardines rococó, junto al río Meno. En el trayecto verás una de las antiguas grúas (1770) que descargaban las mercancías de los barcos. Hoy es un símbolo de la ciudad, además del punto de partida para las excursiones que recorren el valle en dirección a Veitshöchheime .

Súbete a uno de los primeros barcos (a las 10 h) para poder disfrutar del recorrido con más tiempo. Tras unos cuarenta minutos de trayecto llegas a Veitshöchheime, un acogedor pueblecito donde está el palacio del mismo nombre. Pasea por sus jardines, que son una increíble muestra de rococó . Estatuas de todo tipo pueblan los recortados setos al mejor estilo Luis XIV, angelotes en actitud tierna, elegantes damas coqueteando asomadas a un estanque… Acércate al restaurante Raksteller , la  terraza rodeada de jardines es una delicia y su  especialidad son las salchichas.

CÓMO MOVERTE

Lo mejor es ir a pie; la mayor parte del centro es peatonal. Los tranvías que paran junto a la Catedral te llevarán a zonas más alejadas de la ciudad.

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