Que ver en EMILIA ROMAÑA

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EMILIA ROMAÑA El paladar de Italia

Esta ruta recorre desde Piacenza a Bolonia

Pocos la conocen por su nombre aunque algunos de sus productos son internacionales. El queso parmesano, el vinagre de Módena, el lambrusco o la salsa boloñesa son algunas de las perlas gastronómicas que ha dado esta región al norte de Italia. Esta ruta te llevará desde Piacenza a Bolonia, por la parte de la Emilia, una franja entre el río Po, al norte, y los montes Apeninos, al sur. Estos 150 kilómetros concentran ciudades históricas y vivas, con un importante pasado romano y medieval, que ha dejado termas, fortalezas y una de las primeras universidades del mundo.

Piacenza es una pequeña localidad del norte, eclipsada hoy en día por otras ciudades cercanas, como Milán o Parma. Sin embargo, esta tierra agrícola, de viñedos y llanuras fértiles, tiene un pasado de nobles y obispos que han dejado un rastro de castillos, palacios renacentistas y más de 60 iglesias sólo en la ciudad. Una corta estancia es suficiente para conocer su núcleo urbano. Su corazón está en la plaza dei Cavalli. En ella, el palacio gótico (del siglo XIII), se lleva todas las miradas con su elegancia y originales ventanas, cada una distinta de la otra. Aquí se celebra un mercado popular cada miércoles y sábado por la mañana. La vía peatonal XX Settembre atraviesa por aquí la ciudad. En ésta se concentran la mayoría de las tiendas (los viernes abren hasta media noche), aunque son más caras que en otras ciudades de alrededor. Hacer “unos largos” por ella significa a pasear o ir de compras.

piacenza
Piacenza

Príncipes y encarcelados

De los muchos palacios que se construyeron aquí durante el Renacimiento, el palacio Farnese, en la plaza de la Cittadella, es el más imponente. Fue levantado por la familia más influyente de la época, aunque el proyecto fue tan ambicioso que quedó inacabado. Hoy alberga varios museos, como el Cívico o la pinacoteca, pero el más curioso es el de carruajes, con una colección de carrozas de distintas épocas.

Acércate a su Catedral, cuya peculiaridad es una reja en lo alto de su torre donde se encerraba a los condenados para el escarnio público, o a la iglesia de San Sixto, que guarda una copia de La Madonna, de Rafael (la original estuvo aquí hasta 1754). La ciudad tiene poco más que ver, pero los alrededores están repletos de bonitos pueblos medievales, castillos y extensos llanos cubiertos a menudo por la niebla, lo que le da una magia especial. Muchas de las fortalezas de la zona (abundantes por la importancia estratégica del lugar), se han restaurado y convertido en hoteles especiales o restaurantes de calidad.

Parma más conocida por su quesos

Hacia el sur, donde el llano comienza a arrugarse, se encuentra Bobbio, un pueblo pintoresco cuyo signo de identidad es su puente Gobbo (jorobado) sobre el río Trebbia. Acerca de cómo se construyó ronda una leyenda muy similar a la del acueducto de Segovia: cuenta que lo hizo el demonio en una noche. Muchos visitantes se acercan hasta este pueblo de postal para probar su gastronomía o disfrutar de su tranquilidad. Un buen lugar para comprar setas y otros productos regionales como la grappa (aguardiente), vino o anchoas, es Casa del Porcino e del Tartufo (C. da Porta Nova,30).

Fuera de Italia, Parma es más conocida por su queso, imprescindible en los platos de pasta y por su prosciutto (jamón curado). Sin embargo, la ciudad conserva un centro histórico que aún cautiva. Y eso, a pesar de la destrucción que causó el bombardeo de 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. El palacio della Pilota, uno de los grandes afectados por este hecho sigue siendo un símbolo vivo del poderío de la ciudad. Fue reconstruido en parte, y en su interior guarda varios museos, como la Galería Nacional o la Biblioteca Palatina. Pero la joya más preciada en su interior es el Teatro Farnese , totalmente construido en madera –las gradas, el escenario, las tallas que lo decoran–. Hoy es sólo un museo reconstruido, pero es fácil imaginar la grandiosidad de las escenas que se representaron aquí, como la batalla naval (con agua de verdad) de su inauguración, en 1628.

Parma
Parma

Pero Parma guarda mucho más. Desde los fabulosos frescos de Coreggio, en la cámara di San Paolo, a la magnífica Catedral, cuya fachada celebra este año el IX Centenario, con conciertos en su interior y otros actos en toda la ciudad. Parma es pequeña, con ambiente estudiantil, ideal para pasear por la calle peatonal Cavour, con tiendas de diseño, cafés, terrazas y bombonerías. Si visitas la Casa de la Música , con exposiciones interactivas y conciertos clásicos los fines de semana, haz una parada en su Caffé del Prato, con algo para picar y ambiente juvenil.

Una sugerencia: compra la Carta dell’ospite en la Oficina de Turismo.  Incluye entradas a museos, descuentos en restaurantes y tiendas, y transporte en la ciudad.

La ciudad de Módena

En esta provincia nacieron escuderías como Maserati o Bugatti

La ciudad de Módena es como una Bolonia en pequeño. No en vano, ambas ciudades llevan una historia paralela, con rivalidades inocentes y muchas cosas en común. La prueba de ello la guardan orgullosos los modeneses en una de las salas del Ayuntamiento. Se trata de un viejo cubo de madera que robaron en el siglo XIV a los boloñeses para demostrarles que su ciudad no era tan segura como creían.

El modenés está orgulloso de su ciudad. En especial de su Catedral o Duomo (siglo XI), que además de Patrimonio de la Humanidad, tiene un aspecto sorprendente. Su fachada es un collage de lápidas, piedras desiguales y restos encontrados en la necrópolis romana sobre la que se construyó. Una auténtica obra de reciclado. El interior no es menos llamativo, con un púlpito en forma de puente sobre la cripta de san Geminiano, cuya tumba se abre cada 31 de enero. A la Ghirlandina, la torre que asoma desde cualquier punto de la ciudad, sólo se puede subir unos días al año.

La plaza del Duomo o piazza Grande
, es también el centro social de la ciudad. Los grupos de gente charlando recuerdan que un día fue la plaza del mercado. Bajo sus pórticos puedes desayunar o tomar el brunch del domingo en la terraza del Caffé Concerto (también restaurante), que por la noche se convierte en local de copas.

Modena piazza del Duomo
La plaza del Duomo

A Módena la divide la via Emilia, el trazado de la antigua ruta romana que atraviesa y da nombre a toda la región. Hoy es la calle comercial, de tiendas modernas, y lugar de paso. Al salir de ella, las calles se estrechan y adquieren aspecto medieval, especialmente las que unen la plaza Grande con la iglesia barroca de San Agostino. Entonces las calles eran canales y los talleres artesanos se distribuían bajo soportales. Hoy, la artesanía más actual la encontrarás en la via Universitá, donde se exponen y venden modernos diseños. Otro de los monumentos importantes es el Palacio Ducal, en cuyo patio se celebra cada año, cuando termina la escuela, un tradicional baile entre cadetes y jóvenes italianas que celebran su puesta de largo.

Locos por los coches

Una de las atracciones de Módena es el motor. En esta provincia nacieron escuderías como Maserati o Bugatti. Y, sobre todo en primavera, se celebran eventos de automovilismo, como la Mille Miglia, en mayo, o Sabor y Motor, en marzo, combinando gastronomía y coches. Entre los museos, circuitos históricos y otras atracciones, el lugar que más visitantes atrae, unos 180.000 al año, es la Galería Ferrari . En ella se exhiben desde el primer Formula 1 de la escudería hasta sus últimos modelos, además de exposiciones itinerantes. Cuenta con tienda oficial y un simulador de F1 . Se encuentra en el pueblo de Maranello

Bolonia la capital de la Emilia Romaña

Una escapada

Desde Módena, haz una excursión a la pequeña ciudad de Carpi, a 15 minutos en tren, cuyo interés se concentra en su plaza de los Mártires, una de las más grandes de Italia. Aquí se encuentran el teatro, el Duomo (su interior es un ejemplo maestro de una técnica de pintura que imita el mármol) y el palacio Pío, construido por esta familia sobre una fortaleza, lo que le da un aspecto original. Visita su interior para contemplar los frescos que decoran los salones.

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Piazza grande de Bolonia

Precisamente, el terremoto de 1996 descubrió nuevas pinturas al caer una de sus paredes. También alberga el Museo Monumento al Deportado (jueves, sábado y festivos), un homenaje a quienes sufrieron en el campo de concentración nazi de Fossoli (a 6 km de Carpi). Antes de marcharte, pásate por la chocolatería GP Dimondi, en la plaza Garibaldi, con chocolates de sabores tan raros como pimienta, cayena, jengibre o ¡cebolla!

Bajo los pórticos

La ruta termina en la ciudad roja, color que predomina en las fachadas de sus edificios. Bolonia, capital de la Emilia Romaña, forma uno de los conjuntos más armoniosos y cargados de historia de Italia. Una de sus señas de identidad son los soportales, que permiten recorrer todo el centro un día de lluvia sin mojarte, y que siempre haya animación en sus calles, con terrazas incluso en invierno.

El corazón de la ciudad está en la plaza Maggiore, la de la fuente de Neptuno, el Ayuntamiento, la Oficina de Turismo y la basílica de San Petronio. Este es uno de los templos más conocidos de la ciudad, aunque por fuera resulta algo sosa. Dentro, un aterrador fresco representa el infierno inspirado en La Divina Comedia de Dante.

En un lateral, los arcos del palacio dei Banchi son la puerta de entrada al mercado medieval, un cuadrilátero de callejuelas que durante el día se anima con venta de verduras, carnes, embutidos… Antiguamente, esta zona estuvo repleta de tascas. Hoy, sólo queda una en el vicolo Ranocci, 1. La Osteria del Sole funciona a la antigua: pides la bebida y puedes llevar tu propia comida para tomar en sus mesas comunitarias.

Torres y universidad

Bolonia fue en el pasado una ciudad de la que sobresalían cientos de torres, símbolo de poder para las familias aristocráticas. Hoy sólo quedan unas pocas y las más simbólicas, a una manzana de la plaza Maggiore. Las Dos Torres, de principios del siglo XII, se encuentran pegadas una a la otra: la Garisenda, la más pequeña e inclinada y la Asinelli, desde cuya cima, a 97 metros, tendrás una de las mejores vistas de la ciudad. En la base de esta última, entra en su tienda, con artesanía de la región. Encontrarás tradición mezclada con diseño en forma de joyas, cerámica o hierro.

Todo el centro (cerrado al tráfico de 7 a 20 h) es un lugar agradable para pasear e ir de compras por las boutiques y tiendas de decoración de las avenidas Ugo Bassi/via Rizzoli, y via de ll’Independenza, que se cruzan en la plaza Maggiore. Las marcas más exclusivas se encuentran en la galería Cavour, en la plaza del mismo nombre. Toma un tentempié en alguna de las pizzerías Altero, o un aperitivo de chocolate en la Nuttelería de la via Independenza, 45.

Vida estudiantil

Es imposible pasar por Bolonia sin impregnarte de su ambiente universitario, que marca también su ambiente juvenil. Su universidad, una de las más antiguas del mundo (siglos XI-XII), ha generado más de 20 museos, muchos alrededor de la via Zamboni , como el de Anatomía Humana, con modelos de cera del siglo XVIII, o el Herbolario. Pero lo que no debes perderte es la sala de anatomía del palacio dell’ Archiginnasio (plaza Galvani. Entrada gratis, sólo abre por la mañana), una sala con gradas de madera donde ya se realizaban disecciones públicas en el siglo XVII, bajo la atenta vigilancia del clero que no permitía tocar el cerebro, corazón o genitales (dónde creían que se aloja el alma y la fuente de la vida). Muy cerca, en una recoleta plaza con tiendas de antigüedades, visita la iglesia de San Stefano, la más fascinante de la ciudad, formada por siete iglesias, una dentro de la otra y cada una de distinta época.

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