Que ver en Austria

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Austria que ver y hacer

Lo primero que sorprende de Austria es la variedad. A pesar de ser uno de los países más pequeños de Europa, con poco más de 85.000 km2, puede presumir de reunir una gran diversidad regional que va desde los Alpes tiroleses hasta las llanuras del Burgenland. Variedad que no solo se refleja en su paisaje sino también en sus ciudades y pueblos, que disponen de una sorprendente oferta cultural, culinaria, recreativa y deportiva. Austria ya no es solo su capital, Viena, o sus dos típicas joyas, Salzburgo e Innsbruck, otras capitales menos conocidas como Linz, Graz o Bregenz, son igual de importantes en cuanto a su nivel de vitalidad y cultura.

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Situada en pleno centro de Europa, limita nada menos que con ocho países: Alemania, Suiza, Liechtenstein, Italia, Eslovenia, República Checa, Eslovaquia y Hungría. Esta característica le ha proporcionado otra gran diversidad de influencias, tanto culturales como artísticas o políticas, que han colaborado también en configurar esa personalidad nacional tan definida.

País conservador y un poco fuera del tiempo, apegado a sus costumbres y valores tradicionales. ha pasado por varias épocas de cambio e incertidumbre durante el siglo XX y en la actualidad, tras la victoria del partido ultraderechista de Haider el futuro del país vuelve a estar en el aire. Pero a decir verdad, la mayoría de los austriacos permanecen impasibles ante el cambio, en sus ciudades no se palpa ningún tipo de xenofobia, extremismo o tensión, y la hospitalidad y amabilidad de sus gentes sigue siendo la nota predominante en cualquier lugar. Sus ciudades son limpias, sus gentes encantadoras. Austria es un país tranquilo, seguro, accesible, cualidades todas que, hoy por hoy, son uno de los mejores reclamos publicitarios para el turismo.

El otro gran reclamo es la música. Cuna de grandes compositores como Mozart, Strauss, Haydn, Austria es famosa mundialmente por sus festivales, sobre todo los de verano, aunque estos se extienden a lo largo del año por todo el país, destacando sobre todo los de la capital, Salzburgo y Bregenz.

Para muchos Austria les cautivará por su capital, Viena, ciudad monumental donde las haya, llena de historia, plagada de huellas de los Habsburgo, con sus museos y palacios, su fastuosa arquitectura y su abundante arte religioso. Para otros Austria les evocará sus tradiciones, su historia, sus leyendas… Y para todos, en fin, les sorprenderá por su paisaje, que hay que ver para creer. Austria es ante todo un mundo maravilloso de lagos, ríos, montañas y valles. Un paisaje alpino sin igual en el Tirol y sus alrededores, verdes parajes repletos de bosques, impresionantes glaciares o suaves colinas junto al Danubio.

Tierra de contrastes, naturales y culturales. Tierra de múltiples posibilidades. Austria, en definitiva, puede reunir al admirador del tipismo y forma de vivir de los austriacos, al turista deseoso de saborear sus monumentos, al melómano ávido de conciertos o al ecologista fascinado por su paisaje. Y todos, lo podemos asegurar, quedarán satisfechos.

Del tópico a la sorpresa

La mayoría de los que llegan por primera vez a Austria esperan encontrar un lugar romántico, de cuento, inundado por la historia de los Habsburgo, unas ciudades llenas de música por todos los rincones, de viejos cafés elegantes o de impresionantes paisajes tiroleses, tantas veces contemplados en las famosas películas americanas.

En cierto modo la estampa es así. Las huellas de la pareja imperial formada por Francisco José y Sisi se encuentran por todo el país y se usan hasta la saciedad como reclamo turístico. El país entero parece vivir por momentos en otra época: muchos austriacos caminan por sus ciudades como si fueran disfrazados, con sus trajes típicos, que usan a diario en la ciudad, o en la montaña, e incluso para ir a la ópera o al teatro. Caballeros con chaquetas “austriacas” y sombreros de fieltro, jóvenes con pantalones cortos de peto, mujeres con vestidos folclóricos. ..

Ni sus ciudades ni sus gentes nos decepcionan pero descubrimos que hay otras realidades que no se apuntan en los libros. Sorprende, por ejemplo, al llegar por primera vez a Viena, capital moderna, europea, ese ambiente que evoca sin remedio las ciudades de posguerra, ciudad de los años 50, como anclada en el tiempo, con los tranvías, con su maraña de cables atravesando toda la ciudad, y sus aceras aún sin embaldosar. Toda la maravilla del casco antiguo de la capital nos deja también algo desilusionados cuando apreciamos muchos de sus edificios sin restaurar, incluidos algunos tan importantes como la propia Catedral de San Esteban o el mismísimo edificio de la Opera. El Danubio es otra gran decepción: prácticamente escondido en su recorrido por la capital, ni es azul ni tan maravilloso como la pieza de Strauss.

Por su contra, nos alegramos al descubrir que las ciudades no resultan tan caras si se saben buscar los sitios adecuados, ni están tan masificadas de turistas como se espera. Además, Viena en concreto, nos ha sorprendido por su vitalidad, por la seguridad de sus calles, por su gente amable y abierta. Descubrimos también con alegría la naturalidad con que se combina la arquitectura imperial por ejemplo, con la vida moderna. Y sobre todo cómo las figuras de Freud, de Gustav Klimt, de Schiele o de Mozart son hoy en día atracciones más importantes que los viejos espectáculos de los caballos Lipizzainer de la Escuela Española de Equitación o el Coro de los Niños Cantores de Viena.

Déjese sorprender. La Austria de cuento existe, en su arte plagado de historia, en sus gentes y tradiciones, en el ambiente de sus ciudades. Pero una vez que hayan atraído su atención descubrirá otra imagen mucho más interesante del carácter de este país, más allá de los reclamos turísticos, en su paisaje, en sus aportaciones culturales, en su arte, y en su actual modo de vida.

Gastronomía en Austria: Regalos para el paladar

Cualquier nuevo destino suele deparar el descubrimiento de nuevos platos y sabores autóctonos, en Austria además es una obligación conocer los locales donde se sirven algunas de estas delicias. Tan importante es visitar un palacio como hacer una alto en el camino en un café tradicional, igual de interesante puede ser visitar un museo como recrearse en el ambiente de un heurigen.

El típico café vienés, con sus adornos en bronce, mesas de mármol, sillas de madera combada y terraza exterior en verano, es toda una institución en la ciudad. Todos ellos tienen los pasteles y tartas que les han dado fama mundial, además de aperitivos ligeros, pero los austriacos, y en especial los vieneses, lo consideran un sitio para estar más que para comer o beber.

En cuanto a los heurigen, tabernas situadas en las zonas vinícolas a las afueras de las ciudades, y que se reconocen por tener una rama de arbusto colgada a la entrada, forman una categoría especial dentro de los lugares donde se puede comer en Austria, por su ambiente único. Allí se degusta su famosísimo vino joven, que da nombre al lugar, en medio de un ambiente desenfadado y alegre, donde músicos locales animan las veladas mientras turistas y austriacos comparten mesa, canciones y risas.

Allá donde vaya encontrará restaurantes al más puro estilo tradicional, con una atmósfera típica y comida de calidad. Pero no tema, la oferta gastronómica en los restaurantes austriacos abarca desde la más alta calidad, con precios elevados, hasta las sencillas y económicas comidas. La cocina austriaca se podría definir como una cocina sólida más que delicada, abundante más que elegante, y muy influida por la de sus países vecinos, lo que explica la mezcla de sabores presentes en ella. Debe conocer algunos de los platos más destacables: el tafelspitz, una comida tan sencilla como carne de ternera hervida, con patatas y salsa de rábano picante- famosa tal vez porque era uno de los platos preferidos del emperador Francisco José-; el schweinsbraten, asado de cerdo; el Schinkenfleckerin, gratinado de pasta con jamón cocido; el wienerschnitzel o famosísimo escalope vienés; o el Goulash, estofado de buey o vaca con paprika, de influencia húngara.

Los panes también son una especialidad única y aparte en este país, de todas las variedades y formas, servidos casi siempre calientes en la mesa con la comida y en el desayuno. Los Kornspitz o panecillos integrales son de los más típicos, o el Krusti Brot, recién hecho, sobre el que podrá untar Liptauer, una deliciosa crema de queso picante.

Sachertorte

Mención especial para los postres. Una vez que lleguemos a este país hay que olvidarse de conservar la línea, porque los puddings y tartas austriacos son verdaderas obras de arte. Recuerde al menos estos tres: el Apfelstrudel (pastel de manzanas y pasas), que podrá degustar en la panadería del Palacio Schobrunn después de presenciar cómo se elabora; la Sachertorte (tarta de chocolate con una capa de mermelada de albaricoque), que recomendamos tomar en el hotel vienés que lleva su nombre, donde se dice que se sirve la auténtica y original receta; o, el Salzburger Nockerin (souffle de huevo con azúcar y vainilla), el favorito de Mozart.

Cultura en Austria

En ningún otro país del mundo se celebra mayor cantidad de festivales y de espectáculos musicales. En cualquier rincón hay un teatro, una sala de conciertos o un pequeño escenario capaz de acoger manifestaciones musicales de toda índole. Asistir a estos espectáculos musicales o al teatro es tan natural para un austriaco como para nosotros ir al cine. Esta devoción por la música se la deben los austriacos en gran parte a los Habsburgo ya que fueron ellos los que la fomentaron y cultivaron en todas sus manifestaciones.

La música forma parte en Austria, desde siempre, de la vida de algunas de sus grandes ciudades. Viena destaca sobre todo por la particular devoción que siente por Strauss, fenómeno que se manifiesta en una innumerable sucesión de conciertos, exposiciones, festivales y bailes que tanta fama han dado a la capital. Cuenta con amplios e interesantísimos programas de conciertos y ópera durante todo el año. Además de en el incomparable marco de la Opera Nacional, se puede disfrutar de ópera y ballet internacionales de primera calidad en la Staatsoper, y de ópera y opereta en la Volksoper.

Otros locales donde escuchar música clásica son el Musikverein, sede de la Filarmónica de Vinea, y el Konzerthaus. En verano también hay conciertos al aire libre en el patio del Rathaus o Ayuntamiento, muy animado además por el bullicio de la pequeña feria gastronómica que se organiza, en torno a una variada oferta de puestos de comida de países de todo el mundo, que atraen sobre todo a la gente joven y a los turistas con ganas de pasar un rato agradable.

Los domingos por la mañana, durante la temporada alta, hay conciertos de música religiosa y misas cantadas en San Esteban, en San Miguel, y en la Augustinerkirche. Y los domingos por la mañana, de septiembre a junio, si ha hecho reserva con meses de antelación, podrá escuchar, que no ver, a los Niños Cantores de Viena cantando misa en la capilla real del palacio Hofburg.

Salzburgo, por su parte, es sede de un prestigioso festival musical anual que se celebra desde 1920 y que es considerado como el más importante del mundo en su género. Desde finales de julio hasta finales de agosto se representan en sus seis teatros, decenas de óperas, conciertos, obras de teatro, etc. en unas fechas en que Salzburgo llega a triplicar su población.

De mediados de julio a mediados de agosto se celebra también el famoso “Festival de Bregenz”, que ha ganado fama en todo el mundo por la originalidad de su gigantesco escenario, enclavado en el propio Lago de Constanza, mientras el público presencia el espectáculo desde una tribuna al aire libre situada en la orilla. Otras capitales donde se puede asistir a importantes eventos musicales son: el “Festival de Música Antigua” de Innsbruck, el “Fesival de Bruckner” en Linz, el “Festival de Estiria” en Graz, o el “Festival de Otoño de Estiria”, en la misma capital, considerado como el más importante e interesante de la vanguardia europea.

Viena es una ciudad monumental en el más amplio sentido de la palabra, herencia de esos siglos en que los Habsburgo la convirtieron en una de las grandes capitales de Europa. A ellos se debe la construcción de los más importantes palacios de verano, iglesias, castillos y palacetes por todo el país, pero sobre todo aquí, en la capital.

Este es el mejor tesoro de la ciudad, ya que Viena cuenta con una herencia arquitectónica sorprendente, igualada por pocas capitales europeas. Por eso podemos asegurar que Viena no es una capital frívola donde solo se vive para los bailes y los dulces. A pesar de su aire melancólico, que puede aparentar a primera vista, tampoco es una ciudad apagada o lúgubre. Es una ciudad que atrae por su choque de estilos, por su arquitectura algo pomposa, por la magia de sus calles, por su alegría despreocupada. Una ciudad tolerante, que sabe convivir con espacios verdes, que cuida de sus mayores y especialmente accesible para los impedidos.

Pese a tener una escasa población, que no llega al millón y medio de habitantes, Viena es una ciudad muy compacta, ideal para ser recorrida a pie. Con la excepción de los palacios de Schöbrunn y Belvedere y del parque de atracciones del Prater, la mayor parte de los lugares de interés se hallan concentrados en el centro, el distrito 1, gran parte del cual es zona exclusiva para peatones. Aquí no existe el nerviosismo ni los embotellamientos, tan propios de otras grandes ciudades europeas, la mayor parte del tráfico se canaliza por el Ring y hay una buena red de metro y tranvías que recorren la ciudad, brindando la oportunidad estos últimos, de hacer una visita panorámica por poco dinero.

Viena la capital

La ciudad está creada sobre una trama medieval, de círculos concéntricos que comienzan en torno a su principal monumento: la catedral de San Esteban, el corazón de Viena, majestuosa, destacando obligatoriamente en medio de una ciudad con escasos edificios de gran altura, con su esbelta torre y su espléndido tejado tapizado de tejas esmaltadas. Y cerrando el círculo mayor de ese entramado, una gran avenida, el Ring, escaparate de los principales edificios vieneses, que surgió cuando el emperador Francisco José mandó derruir las murallas del centro de la ciudad y establecer en su lugar un ancho paseo flanqueado por hileras de árboles.

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Otro escenario que el emperador abrió al pueblo fue el Prater. Parque de atracciones de Viena en la actualidad, coto de caza en tiempos de Maximiliano II. Allí se encuentra la gigantesca y famosísima noria Ferris, que fue construida en 1896 con ocasión de la Exposición Universal, inmortalizada después en la película de Carol Reed “El tercer hombre”, con unas vistas inmejorables de la ciudad. Un lugar ideal para ir con niños. Aunque lo mejor es pasear por la Hauptallee, una larguísima avenida flanqueada de castaños, que se extiende en el centro del parque a lo largo de 5 km.

En su aspecto cultural, destacar que este año se ha inaugurado el día 30 de junio el MuseumsQuartier (Barrio de los Museos, www.mqw.at) en una zona que bordea el casco antiguo, muy cerca además del Museo de Bellas Artes y del de Historia Natural, y que fusiona un edificio barroco (las antiguas cuadras de la casa imperial) con arquitectura vanguardista, creando uno de los centros culturales más grandes del mundo. Allí se ofrecerá una mezcla única de las artes aplicadas junto con eventos musicales, y se dan cita también el “Museo Leopold”, con la colección más grande del mundo de cuadros de Schiele, el “Museo de Arte Moderno”, la “Kunsthalle Wien”, etc. Todo un barrio nuevo para pasear, cenar o comprar, pues la oferta se completa con restaurantes, cafés y tiendas.

Ver Viena es en sí misma un magnífico escenario, compuesta casi por completo por hermosos palacios, aunque tan solo Hofburg, Schönbrunn y Belvedere son lo suficientemente grandes como para ser designados con este nombre. El resto de los palacios de Viena son en realidad grandes casas que un día sirvieron de residencia a miembros de la aristocracia. Muchos de ellos han sido restaurados recientemente y sus fachadas han sido pintadas de bellos colores pastel. Sin embargo aun quedan muchas fachadas por restaurar; intente imaginarlas tal y como fueron un día, revestidas de suaves colores. El esfuerzo valdrá la pena.

Pero la mejor manera de coger el pulso a la ciudad es paseando por sus calles, para disfrutar de su arquitectura única, para comprar, merendar, o simplemente para sentarse en una terraza de un café a “observar”. Entre ellas están el Graben, con el conjunto arquitectónico más bello de la ciudad, Kohlmarkt una de las más elegantes, Kartner Strasse de las más animadas y populosas, con un dinamismo del que carecen calles más elegantes y donde se encuentran las principales tiendas de Viena, Mariahilfer, Herrengasse, y la zona del “triángulo de las Bermudas”, en el barrio judío, al lado de la iglesia de San Ruperto, zona muy activa, con gente joven, rebosante de bares, restaurantes y galerías de arte.

Museos, parques, palacios, iglesias (San Carlos, San Pedro, los Jesuitas…) la lista sería interminable, y difícil encontrar el recorrido perfecto. Todo un basto conjunto histórico, cultural, arquitectónico, donde optar según el gusto de cada uno, por visitas imprescindibles o lugares menos conocidos pero igual de interesantes. Vanguardia o tipismo. Visitas guiadas o dejarnos llevar por nuestra propia intuición. Cada cual va descifrando sus encantos a medida que la descubre, según sus propias ilusiones, intereses, o clichés. Y el hechizo acaba siendo más fuerte un tiempo después, con unas irresistibles ganas de volver para comprobar de nuevo una emoción o un recuerdo, comprendiendo así que esta ciudad nos ha atrapado deliciosa e intelectualmente.

Salzburgo La ciudad de la sal

Salzburgo es una magnífica localidad situada en el centro de Austria, que debe su nombre a las minas de sal que existieron en esta zona y que son hoy en día uno de los principales atractivos turísticos del país. Es la ciudad de Austria con más afluencia de turistas después de Viena. En agosto la ciudad se encuentra en plena celebración de su festival de música y las calles están abarrotadas de gente que va a la ópera. Pero como todo lo bueno es caro, se encuentra también entre las ciudades más caras de Austria.

Salzburgo se creó y creció a ambos lados del río Salzach. Se encuentra encajada entre dos grandes bloques montañosos y rodeada por picos alpinos que ayudan a realzar su majestuosa arquitectura. Posee todos los atributos de una capital -grandeza, cultura y una historia fascinante- y sin embargo la localización de una pequeña aldea de montaña. Es también ejemplo de la ciudad austriaca en su aspecto más pintoresco: la ciudad que vio nacer a Mozart parece haberse parado en el tiempo y trasladado al visitante al siglo XVI, sensación que se acentúa cuando vemos pasear a sus habitantes vestidos con trajes típicos de la época.

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Los lugares de interés están todos muy juntos y se pueden visitar a pie. La catedral y las plazas intercomunicadas que la rodean forman lo que era antiguamente el centro religioso, alrededor del cual se concentraban las principales iglesias y residencias de los obispos.

En la parte antigua es donde se encuentran reunidos los lugares de mayor interés, entre el Mönschberg y el río Salzach. El casco antiguo está plagado de rincones de interés histórico. Cada callejuela, cada esquina, va hechizando al visitante y reduciendo su voluntad. En ella se encuentra el mejor barroco del país, además de un incomparable patrimonio musical, música que está en todas partes: en las iglesias, en los castillos, en las salas de conciertos…

Destacando entre todos los monumentos, la catedral, cuyo interior, verdaderamente llamativo y sorprendente, la convierten en una visita imprescindible; allí se exhibe con orgullo la pila donde fue bautizado Mozart. La abadía de San Pedro, la iglesia franciscana o la Kollegienkirche también forman parte del recorrido fundamental, así como la famosísima calle Getreidegasse, la más típica del viejo Salzburgo, abarrotada siempre de turistas para admirar los rótulos de hierro forjado a la puerta de los comercios, y visitar la casa natal de Mozart. Pero es desde la altura como mejor se aprecia la belleza de esta ciudad, todo un “campo” de cúpulas barrocas y hermosos edificios, que tienen su mejor vista desde la fortaleza Hohensalzburg. Termine su visita en el palacio de Mirabell y contemple sus maravillosos jardines desde lo alto de la escalera donde Julie Andrews cantó Do-Re-Mi en la película “Sonrisas y Lágrimas”. ¿Quién podrá sustraerse a esta fantasía?

Ya en las afueras hay dos lugares que no debe olvidar: las minas de sal de Hallein y el palacio de Hellbrunn. Este último, construido por el italiano Santino Solari para el principe arzobispo Markus Sittikus, es un edificio de estilo toscano de color amarillo que recuerda más a Italia que a Austria, elegante en medio de un hermoso parque que cuenta con más de 20 divertidos juegos de agua, fuentes, estanques, cuevas con juegos acuáticos, donde pasará una jornada inolvidable sobre todo si va con niños.

El Distrito de los Lagos, un paraíso al alcance

El Distrito de los Lagos o Salzkammergut (“Estados de la sal”) es un área de altas montañas y glaciares perpetuos, tranquilos lagos y valles sembrados de pequeños pueblecitos, situada al sureste de Salzburgo. Zona virgen de polución, en pleno contacto con la naturaleza, que ofrece innumerables ocasiones para realizar paseos a pie o en bici, en barco, o practicar diferentes deportes como la vela, el senderismo, el mountain bike, la escalada, el parapente, etc.

Antes era el lugar preferido de los Habsburgo para veranear. Ahora la mayoría de las ciudades y pueblos de la zona son lugares modestos y tranquilos durante la mayor parte del año, excepto en verano cuando reciben un aluvión de turistas.

Salzkammergut

Aquí todo huele a limpio, a tranquilidad, y todo el mundo parece sentirse encantado. Es una imagen idílica: magníficos prados llenos de flores, picos nevados, chalés de fantasía engalanados de geranios… Cada lago es diferente y cada uno nos sorprende por algo, uno por su color, otro por su extensión, otro por su serenidad, aquél por la aldea que acoge, o por sus vistas magníficas.

Bad Ischl, por ejemplo, es una bellísima ciudad convertida en balneario, que en su día fue la residencia oficial veraniega del Emperador Francisco José. St. Wolfgang, Gmunden, son ciudades de libro de cuentos a orillas de lagos bellísimos como el Attersee, el Traunsee o el Mondsee. Pero sin lugar a dudas la más bella de todas estas localidades es Hallstatt. Situada entre el Hallstatter See y los montes Dachstein, cuenta con las minas de sal más antiguas del mundo. El lago se encuentra encajonado entre dos altas montañas y la carretera que lo bordea goza de vistas espectaculares. Es la verdadera joya del Salzkamergut y, a pesar de recibir gran cantidad de turistas, se encuentra aislada sorprendentemente del bullicio. Un lugar de calma, de paz, de relax, donde descansar el cuerpo y el espíritu y llenarse de todos los colores y toda la belleza del entorno

Si se encuentra saciado de monumentos, penetre en esta región para disfrutar de su paisaje, el título no es una exageración. El paisaje es grandioso y la luz natural sorprendente. Comprobará que en ningún otro lugar la unión entre lagos y montañas es tan romántica, sublime y maravillosa.

Recorriendo el Danubio: un crucero por Wachau

Es la forma más elegante de recorrer esta zona: en barco. El Wachau es un paisaje fluvial delicioso situado en el Valle del Danubio. El recorrido por este anchísimo valle que llega hasta el río desde el norte, está adornado de colinas cubiertas de viñedos y salpicado de ruinas, de pequeñas poblaciones encantadoras, iglesias bellísimas y enormes playas donde los vieneses aprovechan en verano para refrescarse, lo cual compensa un poco la falta de salida al mar de este país.

El tramo más pintoresco se encuentra entre las poblaciones de Melk y Krems. La primera de éstas se ha convertido en parada obligada para multitud de turistas pues en ella se encuentra una espectacular y hermosísima abadía benedictina que data del año 1089. Enclavada sobre una colina, en lo alto de un promontorio rocoso a orillas del río, es una espectacular obra maestra de la arquitectura barroca y cuenta con una capilla y una biblioteca que son verdaderas obras de arte. En tiempos medievales fue un foco de cultura y hoy en día se ha hecho más famosa, si cabe, porque inspiró a Umberto Eco el famoso libro “El nombre de la rosa”.

Hay muchos rincones, pero al menos dos paradas son obligadas: Durnstein, pequeña y pintoresca localidad, donde se encuentra el antiguo monasterio agustino de Stiftskirche con su exquisita torre barroca blanquiazul de 1725, que cuenta en lo alto con las ruinas del Castillo donde estuvo encarcelado en 1193 Ricardo Corazón de León. Y Krems, pintoresco pueblo que tiene la peculiaridad de contar con dos cascos históricos distintos, ambos con grandes monumentos que merecen la pena visitar.

10 Útiles ideas para Visitar Austria

  • 1. Pasear por el casco antiguo de Viena
    Admirando su maravillosa arquitectura y su ambiente démodé
  • 2. Acudir a un concierto
    Las posibilidades son infinitas por todo el país, sobre todo en los meses de verano. Le recomendamos que reserve con antelación.
  • 3. Cenar en un heurigen
    En estos locales podrá disfrutar del mejor vino joven de Austria en un ambiente alegre y desenfadado mientras unos músicos amenizan la velada con canciones típicas del país.
  • 4. Disfrutar de sus paisajes
    Sobre todo en los lagos del Salzkamergut o en las montañas del Tirol, ademas de sus glaciares o sus parques nacionales.
  • 5. Probar la gastronomía local
    Abundante y sabrosa, la podrá degustar en cualquier rincón del pais, así como su repostería, famosa mundialmente.
  • 6. Hacer un recorrido en barco
    El Danubio es la excursión más típica pero existen infinidad de lagos mucho más encantadores por toda Austria.
  • 7. Visitar un café tradicional
    Degustando por igual su ambiente único y sus magníficas tartas.
  • 8. Alquilar una bicicleta
    Para hacer una excursión o para dar un paseo por alguna de las grandes ciudades. No faltan itinerarios, ya sean culturales o deportivos, adaptados a todas las edades, desde recorrer las pistas que discurren a lo largo del Danubio, hasta visitar los castillos de la región de Carintia o, para los más fuertes, subir hasta el pico más alto de Austria.
  • 9. Visitar una mina
    Las antiguas minas de sal y plata son una de las mejores atracciones de Austria.
  • 10. Hacer una escapada en tren
    Hay una eficaz y rápida red de ferrocarriles que le permitirá ampliar su viaje fácilmente conectándole con cualquier gran ciudad o incluso con otras grandes capitales como Praga, Budapest, Munich, Bratislava. No se olvide tampoco de los trenes nostálgicos o de los trenes de cremallera en la zona de las montañas.

Guia practica Breve

Idioma: Alemán. El inglés es muy hablado.

Clima: Continental moderado. Inviernos fríos y veranos templados, aunque con bastante variación según las zonas. En las regiones alpinas el clima es de alta montaña.

Mejor época para viajar : entre mayo y septiembre.

Moneda: Euro.

Diferencia horaria: la misma hora que en España.

Cómo llegar: por avión (Iberia, Austrian Airlines, Spainair, Fly Niki www.flyniki.com), es lo más cómodo, el trayecto dura unas dos horas y media. También se puede llegar en tren desde Barcelona a Zurich y de aquí a cualquiera de las grandes ciudades de Austria.

Las mejores formas de desplazarse en Austria

En tren: la red ferroviaria austriaca es excelente, rápida y resulta bastante económica si se aprovechan los descuentos especiales. Suele haber trenes cada hora.

En autobús: allí donde no llegan los trenes austriacos lo hacen los autobuses

En coche: la red de autopistas austriaca es excelente, está en muy buen estado y convenientemente señalizada. Todas las autopistas están sujetas a un solo peaje que requiere comprar una pegatina que se pega en el parabrisas.

En Barco: la DDSG, Compañía Austriaca de Navegación por el Danubio, goza de gran fama en todo el mundo y mantiene un servicio diario de abril a octubre. En la mayoría de los lagos de Austria se pueden efectuar también excursiones en barco y disfrutar de los maravillosos paisajes

En bicicleta: en Austria no solo es un deporte sino también una forma de recrearse. Todas las poblaciones principales tienen carriles para bicis. Casi todas las estaciones de ferrocarril cuentan con servicio de alquiler que permite dejar al final la bici en cualquier otra estación. También se pueden hacer visitas turísticas en bici en algunas ciudades

Alojamiento : buena infraestructura hotelera, desde hoteles un poco caros en los centros turísticos y sobre todo durante los meses de verano, hasta hostales, pensiones, pequeños hoteles familiares a un precio más asequible, habitaciones en domicilios de particulares, sobre todo en los pueblos, albergues juveniles o incluso camping, muy bien equipados la mayoría, con tiendas, cafetería o servicio de lavandería.

Comida : para tentempiés preparados lo mejor es un Konditorei (confitería) donde se pueden encontrar desde postres y dulces hasta bocadillos. La comida rápida en las Würstelstand, que sirven sobre todo una gran variedad de perritos calientes. Es difícil distinguir entre los lugares de comer y los de tomar una copa, en la mayoría ofrecen tentempiés y comida. Pero ojo, los cafés suelen ser los lugares más caros para comer. No se sorprenda si en los restaurantes el propio camarero les exige la propina, pues el servicio no va incluido en el precio del menú.

El almuerzo se sirve entre las 12 y las 14 horas más o menos y la cena entre las 18 y las 21. En Viena no tendrá problemas para comer o sobre todo cenar fuera de esas horas. En ciudades como Salzburgo la cosa ya se complica pasadas las 9.

Compras: las tiendas abren de lunes a sábado, de 9 a 18, parando dos horas para comer, generalmente de 12 a 2. Es famosa la porcelana de Augarten en Viena, los bordados en petit point, la ropa de lana, los paños del Tirol (desde centros de mesa a mantelerías y todo tipo de ropa de cama y mesa). Y todo lo relacionado con el mundo de la música, así como los típicos souvenirs que hacen referencia a la época imperial y a los monumentos más importantes de cada ciudad., por no mencionar el capítulo de dulces y chocolates.

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