Que ver en la Isla de la Gomera

isla de la gomera que ver y hacer

Isla de la Gomera que ver y hacer

¿Cuántas veces nos olvidamos de que tenemos el paraíso más cerca de lo que pensamos? Cuatro razones para viajar a La Gomera y disfrutar de una isla excepcional.

Naturaleza en estado puro: una gran selva cuyo origen se remonta al Terciario, un gran corazón verde que cubre el centro de la Isla. El Garajonay es el último gran reducto de los bosques termófilos que poblaban la cuenca mediterránea hace millones de años. Hoy este tesoro, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986, te brinda la posibilidad de disfrutar de una de las mejores experiencias que puedes vivir en La Gomera. Recorrer sus senderos, perfectamente habilitados y adaptados para todas las edades y condiciones físicas, es una experiencia inolvidable. Además, el Centro de Visitantes del Parque Nacional explica todo lo referente a este espacio natural protegido.

Playas, calas y aguas cristalinas

La vertiente sur de la isla está salpicada de calas prácticamente vírgenes donde a algunas solo es posible acceder por senderos con vistas espectaculares para luego relajarse con un baño en una solitaria playa. También, a lo largo de la costa, hay arenales de finísima arena negra y con todos los servicios para disfrutar. Las más recomendables, por la calma de sus aguas, las encontramos en San Sebastián, playa de Santiago y valle Gran Rey. Sin embargo, en el norte encontramos playas que son un verdadero espectáculo de la naturaleza: la Caleta en Hermigua y la de Alojera.

La gastronomía gomera es única. Hecha con lo mejor de sus huertas, destacan sus potajes, caldos y una repostería tradicional con las galletas como mejor reclamo. Junto a esto, el almagrote es un paté de queso curado gomero que hace las delicias de los paladares más exigentes. Además, la miel de palma, hecha con la savia de las palmeras gomeras forma parte de una tradición que se pierde en la noche de los tiempos.

Quizá la abrupta geografía de La Gomera, construida así por la acción de la erosión durante más de dos millones de años, haya hecho que los diferentes pueblos se adapten a este espacio de una manera única. Desde su capital, San Sebastián, situada en la confluencia de dos barrancos y junto a una extraordinaria bahía, hasta Vallehermoso, donde a lo largo de una valle salpicado de casas perfectamente mimetizadas con el entorno, el viajero puede recorrer la isla parándose a disfrutar del encanto de la arquitectura tradicional de los caseríos y pueblos gomeros, de sus gentes, sus calles, sus tiendas y sus restaurantes. Vayas a donde vayas, encontrarás rincones imposibles de olvidar.

La isla de La Gomera se ha convertido en la sexta Reserva de la Biosfera de las islas Canarias, según ha anunciado el Consejo Internacional del programa `Hombre y Biosfera´ de la Unesco. La existencia de espacios naturales como el Parque Nacional de Garajona y o la biodiversidad única que acoge la isla han sido algunos de los motivos para concederle este distintivo.

El principal atractivo de esta pequeña isla, situada en la parte occidental del archipiélago canario, es su gran riqueza natural. El Parque Nacional de Garajonay, en la zona central, alberga uno de las muestras mejor conservadas de laurisilva canaria, un bosque de la época terciaria que desapareció del continente durante las glaciaciones. El parque cuenta con una amplia red de senderos que permiten al visitante sumergirse en estas selvas siempre verdes y envueltas en niebla. Otro punto de interés es el Monumento Natural de los Roques, con sus tres inmensos bloques rocosos formados a partir de erupciones volcánicas. En el centro de visitantes, situado en el municipio de Agulo, se encuentra toda la información sobre el parque.

Además de Garajonay, en la isla se encuentran otras zonas de interés para los amantes de la naturaleza como por ejemplo la Reserva NaturalIntegral de Benchijigua, una zona de abruptos paredones verticales donde se concentran muchas especies únicas de fauna y flora como la Chahorra (Sideritis marmorea), el taginaste (Echium acanthocarpum) o la siempreviva (Limonium redivivum). El espacio natural protegido de Los Órganos está formado por una serie de columnas basálticas que se formaron al enfriarse la lava de un antiguo cráter y, como su nombre indica, tienen formas que recuerdan a las del instrumento musical.

Desde el Parque Rural de Valle Gran Rey es posible asomarse a los impresionantes acantilados de Las Salinas y el Roque de Iguala y bajar a las playas de arena volcánica. Aquí habita el animal estrella de la isla: el lagarto gigante de la Gomera (Gallotia bravoana), una especie que se creía extinta pero fue avistada a finales de los 90 por un vecino de la zona.

En La Gomera se pueden encontrar desde playas totalmente equipadas hasta otras más salvajes y con menos afluencia de público. La playa de Santiago y la del Valle del Gran Rey son grandes, de arena fina y aguas cristalinas, aunque la mayoría de las playas de la Gomera son calas más pequeñas y abruptas, que si bien son más incómodas permiten disfrutar de vistas únicas y hacer las delicias de los amantes del buceo. Su aislamiento también propicia la existencia de numerosas playas nudistas como El Guincho o las Arenas, esta última de arena negra.

Para quienes prefieran una visita más cultural, en la isla hay tres pequeños museos: El Museo Etnográfico Virgilio Brito en Hermigua; y el Museo Casa Colón y el Museo Arqueológico en San Sebastián de la Gomera, capital de la isla. En este pequeño municipio, perteneciente a la provincia de Santa Cruz de Tenerife, también se pueden visitar la Torre del Conde y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

Ruta caminos de barro en la Gomera

Nada mejor para asomarse al ayer y hoy de la isla canaria de La Gomera que explorar sus abruptos paisajes interiores, donde los modos de vida han debido adaptarse a una orografía vertiginosa de barrancos y montes. Esta es la propuesta de la ruta senderista y etnográfica “Caminos de barro”.

La ruta “Caminos de barro” comienza a los pies de la Fortaleza de Chipude, un impresionante monumento natural de 1.234 metros de altitud, cuya inconfundible silueta de mesa montañosa era escalada por los antiguos gomeros para realizar sacrificios al dios Orahan.

Así, al comenzar la ascensión, de apenas 20 minutos, el caminante se abre paso entre las mismas rocas formidables que vieron pasar a los aborígenes, una senda sin mucha dificultad que el guía Enekoiz Rodríguez conoce piedra a piedra y durante la cual aprovecha para narrar episodios guerreros y rituales aborígenes.

El alto de Garajonay y los barrancos

Arriba, además de los restos de enterramientos y aras de sacrificio, el senderista podrá disfrutar de espectaculares vistas: a un lado el mar, cuyo horizonte es roto por la silueta de El Hierro; al otro, el alto de Garajonay, el techo gomero con 1.487 metros de altitud, y también montaña sagrada para los antiguos habitantes de la isla. Por todas partes, los dramáticos barrancos gomeros, así como las terrazas de cultivo, encaramadas en escarpes imposibles, que los campesinos labraron para robarle a la tierra algo que comer.

Tras el descenso, la ruta continúa por lo que hoy es parte del GR-131 –Cumbres de La Gomera–, un ramal de la red de senderos europeos perteneciente al proyecto del Ministerio de Medio Ambiente Caminos Naturales de España. Pero mucho antes, este camino fue la única vía de tránsito entre los pueblos, una senda llena de historias y anécdotas personales, de esfuerzo y sudor que hoy recuerda la sufrida vida insular antes de las carreteras.

Y después de unas dos horas, el caserío de El Cercado, último reducto de la alfarería gomera. Aquí, un puñado de mujeres mantiene el oficio del barro, heredado de sus madres, abuelas, bisabuelas, tatarabuelas…En el Centro de Interpretación Las Loceras, el visitante conoce la conmovedora historia –y las piezas de cerámica– de esta tradición femenina, un tesoro patrimonial de La Gomera del que se tiene constancia desde el siglo XVIII.

Con pico y pala salían y salen hoy las mujeres a los barrancos para encontrar el barro o masapé con que modelar sus piezas sin torno, solo con las manos. Tras mezclarlo con arena y agua, comienzan a levantar la arcilla para dar forma a algún recipiente de cocina: uno para el ordeño, otro para almacenar el gofio, la miel o las papas… un tercero para escurrir… Antaño, con alguno de estos cacharros en la cabeza, las alfareras emprendían los caminos empinados para venderlas en otros pueblos o trocarlas por comida.

Cómo modelar el barro

La ruta termina en el taller de alfarería de María del Mar Santana, una de las pocas loceras que mantienen el oficio. Aquí, el senderista puede modelar su propia pieza y conservarla como recuerdo de esta genuina y emocionante experiencia gomera.

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