Praga

Praga que ver y hacer

El viajero intenta describir el sin fin de sensaciones que experimenta en la «Ciudad Dorada», sumergiéndose en el ambiente mágico de sus calles, cafés y edificios que le narran la antigua historia de la cosmopolita y hermosa capital, un lugar para disfrutar con los cinco sentidos y el corazón.

Traspasar las puertas mágicas de Praga no solo me supuso adentrarme en el mismísimo corazón del Viejo Continente, sino también transportarme en el tiempo y sumergirme en el ambiente de una ciudad que, como el Ave Fénix, supo resurgir de las cenizas comunistas para mostrarse al resto del mundo en todo su esplendor. Gracias a la caída del vergonzoso Telón de Acero, podemos disfrutar hoy de ciudades de ensueño y tesoros culturales que nos fueron ocultados injustamente.

Praga es «la madre de las ciudades», como los propios checos la denominan, o caput regni que nos dice la dorada frase que se puede leer en la fachada de su Ayuntamiento ubicado desde el siglo XIV en la plaza de la Ciudad Vieja. Esta plaza, libre de trafico y uno de los emblemáticos símbolos de la capital, se compone de edificios góticos y renacentistas, una torre que ofrece una hermosa vista panorámica de la ciudad desde su galería y su famosísimo reloj, que es el verdadero corazón de Praga desde el siglo XV. En él, aparecen representadas la Avaricia, la Vanidad, la Muerte y la Lujuria y su reloj astronómico nos muestra un universo cuyo centro es la Tierra.

Todos estos detalles va apreciando el viajero mientras observa admirado como las gentes se congregan pacientemente y esperan la hora en punto para ver la procesión de los doce apóstoles. Hanus, autor de este impresionante reloj, dejó tan asombrados a los concejales con su obra que estos, temerosos de que pudiese repetirla en otro lugar, dejaron ciego al maestro relojero. Pero dice la leyenda que, en venganza, Hanus manipulo el mecanismo del reloj, sobre el que solo el sabia, y este estuvo sin funcionar durante largo tiempo.

Sigo paseando y escuchando las historias que de la ciudad cuentan. En esa misma plaza emerge, grande y solemne, el monumento honorífico a Jan Hus, el reformador que criticó el excesivo poder y riquezas de la Iglesia y que fue condenado a la hoguera por hereje. Junto a este, a un lado se alza la bellísima iglesia gótica de Nuestra Señora de Tyn, que fue uno de los principales templos husitas de la ciudad y al otro lado la no menos hermosa iglesia de San Nicolás, que también perteneció a los seguidores de Hus.

En el placentero caminar se llega a «Karlova», una céntrica calle que conserva numerosas casas góticas y renacentistas hoy en su mayoría tiendas a las que acuden a diario miles de turistas en busca de algún souvenir o recuerdo típico: desde libros, póster, camisetas con detalles de la ciudad, pasando por las maravillosas piezas en cristal de Bohemia, las joyas en piedra granate, típicos licores como el «becherovka» o las entrañables marionetas, algunas de ellas autenticas obras de arte que representan escenas de la opera «Don Giovanni», «Orfeo y Eurídice» o el mismísimo «Yellow Submarine». Junto con las numerosas operas y conciertos, el «Teatro Negro» y el montaje de música, luces y agua de «La Fontana», el «Teatro de Marionetas» es uno de los principales espectáculos de la ciudad.

Siguiendo mi paseo, me fijo en la curiosa simbología de algunas casas que se empleo en la ciudad antiguamente para la localización de los domicilios hasta que se introdujo la numeración de los mismos. Muchos de esos símbolos informaban también acerca del oficio del inquilino: luthiere, religioso, artesano, orfebre… Al final de la calle, aparece la torre del puente de Carlos IV, representado sonriente en una estatua situada a la entrada del mismo. La vista desde el puente es maravillosa. Vas dejando atrás una hermosa orilla del río Vlatava para adentrarte en otra dominada por una impresionante catedral.

El puente, que mide 520 metros, se construyó con bloques de piedra arenisca y, según consta, se añadieron huevos al mortero para reforzar la construcción. En un tiempo se permitió el paso de vehículos, pero por temor al deterioro se hizo peatonal y se ha convertido en el centro de reunión de artistas, artesanos, pintores, fotógrafos, caricaturistas, titiriteros y músicos, que le dan un carácter especial y atractivo. El puente esta presidido por numerosas estatuas religiosas, 21 en total, pero quizás el relieve que representa el martirio de San Juan Nepomuceno sea uno de los detalles mas curiosos y relevantes de toda esta iconografía.

La gente guarda cola para tocar y pedir suerte a aquel religioso que no quiso romper su secreto de confesión cuando el monarca Wenceslao le pregunto si su esposa le era infiel. Como castigo Nepomuceno fue arrojado desde el puente atado a una pesada roca y condenado a morir en las aguas del río Vlatava, como otros muchos en aquella época. Y allí, mirando una orilla y otra, sintiendo correr bajo los pies el río que a tantas personas se trago, el viajero se detiene y sigue escuchando las historias que la ciudad le cuenta.

Semblanza histórica de Praga

Ya la princesa Libusa auguro en el siglo X la grandeza de la ciudad que fundaría en Bohemia bajo la dinastía Premyslita. Y así ocurrió. Praga se convirtió en la Edad Media en una de las ciudades mas importantes y grandes de Europa, superando incluso a Londres y Paris. Todo gracias a su estratégica situación geográfica y al rey mecenas Carlos IV, que se preocupo de fomentar la cultura en todas sus manifestaciones, creando la primera Universidad de Europa Central, que aun sigue siendo una de las mas prestigiosas.

Praga vivió una segunda época dorada en el Renacimiento con Rodolfo II, mas interesado en la Alquimia y los astros que en sus funciones políticas, hecho que desencadeno la revuelta protestante que mas tarde daría lugar a la Guerra de loa Treinta Anos y que sumió a la capital de Bohemia en una época decadente que duro hasta el siglo XVIII.

En el siglo XIX resurgió el sentimiento nacionalista y, como consecuencia, en 1918 Praga se convirtió en la capital de la Republica Checoslovaca. Poco duro esta independencia puesto que, tras la Segunda Guerra Mundial, seria invadida por las tropas de Hitler y tras este yugo vendrían después los 40 anos de comunismo. Gracias a la pacifica Revolución de Terciopelo, Praga comenzó a despertar del letargo en el que se hallaba inmersa y poco a poco reinició a latir de nuevo el dorado corazón de Europa.

En la calle «Mostecka», escondida en un fantástico pasaje decorado como un pequeño bosque de hadas, en el que algunos extraños rostros te dan la bienvenida, se encuentra la gruta del artista Reon Argondian. Un peculiar museo de cuadros y esculturas que invitan a sumergirse en un mundo imaginario y onírico de duendes, demonios, hadas parajes inimaginables. Antes de subir al Castilla hice la obligada visita al Niño Jesús de Praga, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria. A la estatuilla de cera se le atribuyen poderes curativos desde antaño y dicen que las placas enviadas en agradecimiento desde todas partes del mundo, y de las que solo se exponen algunas, podrían cubrir la iglesia por completo.

Hradcany y La Catedral

Subo la antigua escalinata al Castillo y me detengo para disfrutar de la maravillosa vista que desde allí se divisa. A la entrada del Castillo me reciben los inmóviles guardias de palacio en sus minúsculas casetas y que vigilan el acceso. Luego me detengo a observar las impresionantes esculturas que, sobre ellos, representan una lucha entre Titanes. Tras pasar un pequeño y bajo túnel, descubro ante mí, enorme y grandiosa, la Catedral de San Vito, una increíble obra arquitectónica que fue comenzada por encargo de Carlos IV en 1344.

Su primer arquitecto fue el francés Mathieu d`Arras. Tras su muerte Parler tomo el relevo y continuo trabajando en el edificio hasta las guerras husitas. Fue terminada finalmente por arquitectos y artistas de los siglos XIX y XX y alberga las joyas de la Corona y la ornamentada capilla, incrustada también de joyas, con la tumba de Wenceslao IV, el rey bueno y santo, asesinado por su hermano Boleslav, en 935, y patrón de Bohemia. Sus gárgolas, su impresionante rosetón, sus laboriosas vidrieras, algunas obras del artista checo Mucha, la formidable altura de sus bóvedas góticas son un deleite para los amantes del arte y para cualquiera con un mínimo de sensibilidad.

Junto a la Catedral se encuentra el Palacio Real, un edificio en el que conviven los estilos románico, medieval y gótico. En la actualidad es una de las residencias de Vaclav Havel, muy popular no solo por ser el único presidente tras el comunismo, sino por ser también una de las figuras mas importantes de la literatura, el teatro y la vida intelectual contemporánea.

Pasando la Basílica de San Jorge llego al entrañable Callejon del Oro, que debe su nombre a los orfebres que lo habitaron en el siglo XVII. Una estrecha y corta calle con pequeñas casitas de alegres colores en las que vivieron también famosos artistas e intelectuales bohemios como Kafka. Cerca, un curioso museo de juguetes entre los que el visitante puede encontrar viejos y deteriorados peluches, soldaditos de plomo, autenticas casitas de muñecas. Incluso una colección de la famosa «Barbie», que muestra la evolución desde sus comienzos hasta nuestros días.

Hradcany ofrece otros lugares de interés como el Palacio Real de Verano «Belbevere», al mas puro estilo renacentista italiano y que en la actualidad es una galería de arte. El Palacio Stenberg, que en su edificio alberga una importante colección de arte europeo, entre cuyas obras se encuentra un «Autorretrato» de Picasso y «cabeza de Cristo» de El Greco. Y la iglesia de Loreto, de 1626, con la mayor replica de la casa original en la que el arcángel Gabriel anunciara a María que sería la madre de El Mesías. Esta iglesia se edifico por encargo de Katerina de Lobkowicz, aristócrata checa deseosa de promover la leyenda de la Santa Casa de Loreto, en la que se dice que los ángeles transportaron, en 1278, desde Nazaret a la pequeña localidad italiana de Loreto la casa original de la Anunciación, debido a ciertas amenazas de los infieles. Los católicos promovieron esta leyenda a se construyeron 50 replicas del Loreto en Moravia y Bohemia, la de Praga, la mayor de ellas, se convirtió en la mas importante.

Otros lugares de interés en Praga

Ya desde la Edad Media, algunas comunidades judías se congregaban en Praga, por eso resulta interesante recorrer la historia de este pueblo visitando el céntrico «Barrio Judío». Posee una de las sinagogas mas antiguas del Continente y un antiguo cementerio con miles de lapidas desordenadas, en el que se cree que fueron enterradas alrededor de cien mil personas. Entre ellas el conocido rabino Low, creador de la mítica y misteriosa criatura llamada «Golem».

No lejos de allí se encuentra la avenida de San Wenceslao con numerosos comercios y cines y que todos vimos en aquellas impresionantes imágenes de 1968 plagadas de tanques rusos que intentaban sofocar la revuelta del pueblo checoslovaco durante la Primavera de Praga. Junto a la gran estatua ecuestre del santo, una pequeña cruz de madera, algunas flores y una foto recuerdan al estudiante Jan Palach, quien en señal de protesta y ante el asombro de todos se auto inmoló. También en esta misma avenida se encuentra el impresionante edificio terminado a finales del siglo pasado y que alberga el prestigioso Museo Nacional.

Praga es una mágica urbe que invita a meditar, a pasear, a asimilar todas las maravillas que nos ofrece y para ello encontramos, en plena ciudad, bosques, parques y jardines maravillosos como la isla de «Kampa» donde se encontraba el famoso graffiti de John Lennon junto a la que solían congregarse los checos para cantar, probablemente «Give Peace a Chance». Hermosos parajes para caminar son también «Letna» y «Vysehrad» que ofrecen, además, unas increíbles vistas panorámicas de la ciudad. Incluso, los mas atrevidos y menos supersticiosos pueden visitar los solitarios y misteriosos cementerios (a veces enormes) con algunas lapidas y panteones que son autenticas reliquias de arte.

Ya dijo el viajero que Praga es una ciudad que hay que disfrutarla con los cinco sentidos y el corazón. Al caer la tarde, pasea cerca del río y observa detenidamente la increíble gama de colores y destellos, ocres y dorados, que la ciudad luce en ese momento del día. Y piensa el viajero que Praga no se puede describir en unas líneas o mostrar en fotos. Es imposible. Praga es una ciudad «bohemia» y «kafkiana», nunca mejor dicho, que hay que visitar sin prisas para saber que se siente entando en ella.

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